Columna de opinión:
¿Los hombres pueden ser feministas?
Por Ahira Alvarado
El término feminismo, si es analizado desde una perspectiva literaria, es una doctrina y movimiento social y político que exige para las mujeres el mismo reconocimiento de derechos y capacidades que el hombre. Sin embargo, si se analiza desde una perspectiva “social” para algunos es casi sinónimo de la palabra impertinente. Dicho sea, para aclarar el significado de esta, que resulta molesto por sus exigencias y peticiones, tal cual lo menciona Nuria Valera en su libro Feminismo para principiantes.
Una arista por la cuál el feminismo es “impertinente” es la discutida pregunta: ¿los hombres pueden ser feministas? Es oportuno recordar a raíz de esta interrogante, que este movimiento fue creado por mujeres y para mujeres. Con esto no se pretende ser radical y excluir al género masculino de este movimiento. Sin embargo, la necesidad de llamar a un hombre “feminista” va más allá de un significado literal. Lo profundo que es esta declaración va de la mano con el peso simbólico, histórico y político que significa la palabra “hombre” en nuestra sociedad. Entra a tallar la herencia representativa que trae consigo el cuerpo masculino. Y no, no hablamos de una repulsión y alejamiento de este en cuestión al movimiento; sino al hecho del significado profundo que es el feminismo en una sociedad que trata al hombre como el cuerpo dominante, como el ser a partir del cuál se rigen las leyes y los derechos.
Si bien, todos deberían ser feministas, pero por razones de género no todos pueden serlo, no implica que sean contrarios al movimiento. Alexis Hernández, activista mexicano por el aborto seguro y la deconstrucción del género, habla sobre ciertos privilegios que reciben los cuerpos masculinos en relación con los femeninos y que, sin embargo, es posible cuestionar estos roles, pero no desprenderse del todo. Es que se puede tomar consciencia al no ser visto de esta manera, pero la barrera llega con la sociedad, porque no solo se trata de uno mismo, sino del entorno que viene establecido a tratarlos así.
Entonces, si bien los hombres no pueden ser llamados feministas, no son excluidos ni ajenos a esta doctrina. Pueden ser aliados, ya que la importancia sincera no radica en el nombre o cómo se definan, sino al apoyo consciente que puedan tener. A aceptar que lo masculino no es lo universal, como lo dijo Mary Nash, y a la reconstrucción personal. Que rompan lazos con el sistema machista y tomen de la mano al feminismo, entendiendo que, si bien no pueden tomar el nombre como tal, pueden caminar a lado reconociendo su valor y apoyando sus ideales.
